REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE
Nuestra fija y desconocida «amiga» la MUERTE
REFLEXIÓN
A todos de vez en cuando durante nuestra vida nos toca «codearnos» con la experiencia de muerte.
Tenía 10 años cuando una monja en mi colegio falleció (era mayor me dijeron), tuve la ocasión de verla en el ataúd en una sala del colegio.
La miré con curiosidad, de hecho no lo he olvidado, pero no sentí nada más que curiosidad.
Con 18 años volví a ver en un ataúd en este caso a una amiga, ella tenía 17 años, nadie sabía de que había muerto. Quedé encogida de miedo, «cualquier día podía morir yo» contacté con la fugacidad de la vida, que no estábamos en este mundo para siempre, pero no entendía absolutamente nada sobre ese tema. Nadie hablaba de la muerte, era TABÚ. Hablo de 1982. Si tengo la sensación de que era un tema a evitar, genera mucho sufrimiento y es terrible.
A los dos años murió una tía de cáncer, «casualidades» de la vida yo estaba inlocalizable y no presencié el acontecimiento, hubiera sido incapaz de estar presente, todavía estaba trastornada por la muerte de mi amiga. En aquella época cada cual se apañaba como podía, yo incluida.
Desde 1986, que comencé un camino interior de autoconocimiento hasta el fallecimiento de mis padres en 2009 y 2014, la experiencia y vivencia de la muerte ha cambiado bastante, lo cual quiere decir que no es la muerte en si, sino la interpretación y percepción de ella lo que provoca las múltiples vivencias que se tienen.
Hace muchos años se trataba de evitar informar a la persona de su fatal desenlace si estaba viviendo una enfermedad terminal, para «no disgustarla» como si la ocultación y engaño fuera una solución «Rosa» para un moribundo.
Después nos dimos cuenta de que la persona que va a morir quizás tenga derecho a saberlo, porque hay tareas que hacer cuando un@ se va a morir, cerrar asuntos pendientes y despedirse de los seres queridos. (Creo que hasta ahora no he contado ninguna novedad).
Esta semana la vida me ha colocado de nuevo delante de un ataúd, la pareja de una amiga mía fallecía con 53 años.
Por eso me pongo a escribir….. resulta que ya llevan unos años con esta » extraña costumbre» auto tratamiento con psicofármacos, tranquilizantes en general, con la finalidad de que mientras se vive «el paso» de nuestro ser querido lo haga en «condiciones óptimas» quiere decir, no conecte con la tristeza, «que mal queda llorar cuando tu madre o marido se muere» (ironía) hay que estar sereno para cuando los familiares y amigos vengan a darme el pésame (más ironía), la experiencia es intensa, es mejor estar relajado, que nadie se entere de mi dolor. ¿Qué sentido tiene que si las personas afectadas están con una sonrisa y desconectadas, vaya yo a dar el pésame?
Cuando estuve en el crematorio por la defunción de mi madre, aparecieron en mis ojos las lágrimas y llore, cuanto lloré, lloré a mi madre muerta, me sentí aliviada porque apareció el amor por ella, liberé la tristeza. Cuando salíamos del recinto, una prima me reprendió diciéndome que por qué no me había tomado un tranquilizante: mi respuesta fue corta y precisa, «no estoy nerviosa» Cuando alguien expresa emociones, de alguna manera mueve las emociones de los demás. Eso todavía está sin resolver socialmente.
Por otro lado, existe el anhelo de vivir el momento de la muerte de los seres queridos con serenidad, para eso muchas personas de automedican, los tranquilizantes permiten vivir lo que sucede sientendosen en paz. Estaría bien si sucediera de forma natural, porque esos tranquilizantes generan adicción y no curan nada, cuando deje de tomarlos aparecerán todas las emociones guardadas y no vividas, en el mejor de los casos claro.
¿En los colegios se habla de la MUERTE? ¿Los padres saben explicar en qué consiste este cambio de estado? Aquí confluyen las creencias de la comunidad por un lado y la de los padres. Nuestra cultura está todavía atrasada en la comprensión adecuada y el la vivencia de esta experiencia, vida-muerte.
Por último deciros que el miedo a morir es el mismo que el miedo a vivir, últimamente lo veo en mi consulta como la muerte se vive como solución o huida al dolor, y como el miedo a morir paraliza nuestras vidas y no nos deja vivir plenamente.
He creado un proceso de fin de semana en diciembre sobre este tipo de experiencia.
EL SECRETO DE LA VIDA CONSISTE EN MORIR ANTES DE MORIR: quiere decir que el despojarnos de todo lo que no somos nos permitirá ser auténticos , conectar con nuestros potenciales reales y REALIZAR NUESTROS SUEÑOS.
Un saludo con amor
Sara
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